miércoles, 20 de enero de 2010

Uy!

Siempre que me tropiezo pienso lo mismo. ¡Qué pelotuda! ¡Mirá dónde me vengo a tropezar! Pero por mucho que nos cuesta aceptarlo, los tropiezos existen y ocurren a cada momento y cuando uno menos los espera.

Después de un tropiezo, lo ideal es levantarse y seguir caminando. Pero no siempre puede uno levantarse así como así sin que le importe quienes por la calle de él se ríen (muchas veces descaradamente).

Si por alguna razón decide "el tropezado" quedarse tirado en la vereda para ver si alguien lo viene a ayudar, posiblemente se lleve puesto no solo un moretón, si no también una desilución. Esto es porque está científicamente comprobado que el 97.5% de las personas en la calle, no ayuda a los caídos o tropezados. Ahora bien, si el tropezado se queda en el piso pero contemplando y reflexionando acerca del tropiezo que lo llevó hasta donde se encuentra, puede que se lleve una sorpresa, ya que tendrá oportunidad de conocerse un poco más.

Conocerse no es tarea fácil y aunque hay veces que no nos gusta lo que encontramos e intentemos taparlo, también habrá otras en que nos topemos de sopetón con alguna característica o actitud que nos haga sentirnos bien con nosotros mismos (a cada uno con sigo mismo). El kit de la cuestión es que aunque intentemos esconderlo, siempre lo verdadero sale para afuera, se escapa por alguna fisura y encuentra el exterior. Lo genuino siempre se deja ver.

Nunca tapes lo verdadero en vos, porque es lo que te hace único. Y lo dice alguien que por años intentó tapar su estúpida risa...









Hasta el próximo tropezón!!

Gabba Gabba Hey!!

lunes, 11 de enero de 2010

Él

Acostada sobre su cama, pensaba en cómo podría vivir sin él. En realidad, lo que verdaderamente le asustaba no era concretamente vivir sin él, sino más bien el hecho de perderlo y no encontar otro. Eso la mortificaba más que ninguna otra cosa. ¿Cómo habría de vivir sin NINGUNO de ellos? Se sobresaltó por un instante con ese pensamiento.

Seguía acostada cuando de pronto se indignó con la idea de que así como había unos que debían resignarse a vivir sin uno de ellos, había otros que pasaban su vida sin prestarle atención al suyo; y hasta había algunos privilegiados que tenían más de uno, y aún así ni los miraban. ¿Cómo pueden dar por sentado que siempre estará allí para ellos? ¿Cómo puede ser que no se detengan a pensar en su infinita importancia?

Unos minutos más tarde, todavía acostada, pensó en la gran cantidad y variedad que había conocido. Blancos, un poco más tostados, en general no muy oscuros, pero como siempre hay lugar para excepciones, también los había visto negros. Los había visto muy altos, más bajos, de mediana altura, cuadrados, rectangulares... Lo más común era que fueran planos, bien lisitos, sin embargo había algunos que eran rugosos.

Miró su reloj y se dio cuenta de que ya era hora de dormir. Se acomodó para un costado y dejó de mirar el techo.





Hasta la próxima !

Gabba Gabba Hey !